La caridad es sencilla y suave, es como una madre de familia que se preocupa de que sus hijos sean buenos.
El mal del prójimo es el mal mío. Una ofensa al prójimo, mi hermano, lo siento porque tengo en mí a Jesús, y Él lo siente.
Que la amplitud y la serenidad de espíritu no se turbe ni se desequilibre por un asterisco de menos o un asterisco de más… disculpemos los errores ajenos y tratemos de disimularlos lo mejor posible, para no turbar la armonía del canto ni de los corazones.
¿Qué tienen de malo los amores humanos? Tienen de malo lo que tienen de exclusivo. No hay exclusiones en el corazón de Jesús. Así que lo que tenemos que evitar en nuestro amor es la exclusividad. Es decir que nuestro amor debe extenderse a todos. Esa es la amplitud de la caridad.
El cielo es asunto de amor, por eso las faltas de caridad son lo más contrario a nuestro Señor; tendremos que adquirir en el purgatorio lo que nos falta aquí en la caridad.