La liturgia nos defiende, nos protege. Ese es nuestro espíritu.
La verdadera libertad es la capacidad de amar.
Con la libertad de espíritu conquisto la igualdad de ánimo.
La libertad para orar requiere la luz ¿Cómo va a actuar un ser libre sin conocer su fin?
Si tengo una mirada libre de la bruma del interés personal, yo veo el fin, veo los medios… echo a andar y llego.